sábado, 23 de diciembre de 2017

Comentario crítico selectividad resuelto. Texto periodístico: La Guerra

 "Perdonar a los terroristas es cosa de Dios. Enviarlos con él es cosa mía" 
Vladímir Putin

Odio. Sufrimiento. Resignación. Silencio... La guerra inunda un campo de batalla como si del clásico coliseo se tratase; en el que las fieras luchan por respirar unos segundos más, los espectadores aclaman y abuchean y los emperadores que lo presiden se rifan las cabezas para comprar joyas y coronas. De forma paralela, cualquier conflicto armado es un camino directo a la extorsión y la suciedad de los bandos que se baten, así como una forma fácil y rápida de hacer dinero. El espectador en este caso sería el ciudadano occidental de a pie, que queda desensibilizado con generalizaciones como las de que todos los musulmanes son bestias, o protegidos bajo el dicho "ojo por ojo, diente por diente". Precisamente, la cita con la que encabezo mi comentario refleja justo lo contrario de lo que luchamos yo aquí, y la autora en su escrito: La renuncia a la guerra como un sucio método de financiación, que se esconde en citas heroicas o protectoras como la anterior. Definitivamente, hacernos creer que una guerra soluciona un conflicto parece de memos. Pero así es, los "Julio César" del coliseo mundial apoyan día tras día un conflicto como el del Estado Islámico que ya no se sostiene en sí. Una marea de periodistas, científicos, economistas y alumnos de bachillerato (analizando vertiginosos textos de humanidad) se les vienen encima. Entre ellos una grande de las columnistas: Almudena Grandes. Esta pretende acercar la triste e irónica realidad a un lector que se ve involucrado directamente. Creo que clasificar unos argumentos con tantísimo contenido y cargados de tanta ironía y picaresca por grupos solo encasillarían y aminorarían la potencia del mensaje. Si bien quiero resaltar sus argumentos de ejemplificación, que desarrollaré a continuación. Pretendo con ello establecer un  diálogo continuo con el texto frente a frente, y con su autora, para desvelar los entresijos de una realidad que ya ha durado demasiados años.

París, Francia, noche del 13-14 de noviembre de 2015, una semana antes del escrito publicado. Los terroristas yihadistas atentan contra los parisinos causando 100 muertos y casi 400 heridos. Las muestras de dolor y un mundo condenado al llanto por las vidas de los seres queridos quedan reflejados en la introducción. Se escuchaban voces de venganza en dignatarios como Putin. Pero... ¿de verdad fue imprevisible su actuación? ¿De verdad la solución pasa por las bombas? ¿Es eso lo que quieren hacernos creer? La autora se plantea estratégicamente, a través de una secuencia paralela de preguntas retóricas, quién financia al Estado Islámico, y quiénes son por tanto responsables. Según diversos estudios, la mayor parte de la financiación de el E.I proviene del petróleo. Obtienen este de los territorios que conquistan, y se encargan de transportarlos en camiones cisterna (permitidos por países limítrofes como Arabia Saudí o Turquía, que hacen la lista gorda) y venderlos en el mercado negro. Por supuesto, sus compradores no son necios: pues el precio del mismo se reduce a la mitad. Otros ingresos provienen de la extorsión, tráfico de drogas, donaciones de particulares sunitas, tráfico de piezas arqueológicas, secuestros y rescates, órganos...

Aquí se plantea la autora cómo puede ser posible que las potencias occidentales como EEUU o incluso España apoyen a monarquías absolutas que lo financian. La respuesta es bien clara: la guerra mueve un tumulto de intereses subterráneos. No interesa que cese el conflicto, sino mantenerlo a raya. El Estado Islámico cuenta con armas procedentes de hasta 25 países distintos, principalmente EEUU y Rusia: por venta directa, robo de arsenal a sus competidores invadidos... Las redes de compra-venta de armas ilegales proliferan en la zona.

Dentro de las dos grandes ramas musulmanas: suní y chií, ambos comparten la misma ideología (suní) y declaran la guerra al resto de una forma u otra.

Otra de la problemática que plantea la autora se refiere a la falta de colaboración entre países europeos vecinos de cara a compartir información de actividades terroristas. A día de hoy, los países europeos no comparten del todo su información, reservándose datos y temiendo el espionaje de unos a otros, facilitando la actividad terrorista. Algunos de los movimientos de los terroristas fueron detectados con anterioridad y sin embargo esta información no se compartió, de forma que quizás se podría haber evitado.

Por último, la autora critica la doble moral por la que sentimos terriblemente los fallecidos en un atentado en nuestras fronteras, cuando no prestamos tanta atención a matanzas mucho más graves perpetradas por estos mismos terroristas y "nuestros" aviones.

Pensemos un poco, y cuestionémonos si de verdad merece la pena la financiación de guerras y masacres, o si es un juego sucio de los Césares de arriba, quienes con un sólo pulgar aplastan a miles de presas inocentes. Una maniobra de distracción. La guerra es una masacre de gente que no se conoce para provecho de gente que sí se conoce, pero que no se masacra. Hagamos caso a la periodista. Ya lo dijo Eleanor Roosevelt:


"No basta con hablar de paz. Uno tiene que creer en ella. Y no es suficiente con creer, hay que trabajar para conseguirla..."




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