domingo, 4 de marzo de 2018

Motivación para selectividad: "Tenía un plan..."


Tenía un plan...


Tenía un plan. Yo quería estudiar medicina porque mi sueño era ser investigador, descubrir cada día algo más de la vida y poder aplicarlo. No siempre tuve claro hacer medicina, pero sí sabía qué me hacía feliz; y qué, en cambio, me resultaba indiferente. Para dar un paso más en el camino hacia lo que me hacía feliz, ahora me encontraba con un nuevo obstáculo: selectividad. Para continuar, necesitaba tener un 13 de nota. En esta parte de mi plan estaba sacar un 10 de media en bachillerato, e ir a por el 14 en selectividad. Esos 3 días de examen sólo tendría que plasmar todo lo que había aprendido en 18 años, confiando en haberme matado a estudiar y que los errores típicos que dependen de la suerte no me harían bajar del 13. Ese era mi plan, y al final salió bien. Dejé a la suerte el menor porcentaje de ponderación posible y le di a mi trabajo el mayor. Nunca pensé qué haría si no me salía el plan. Nunca pensé que el plan podría fallar. Porque si fallaba, ya tendría tiempo de pensar qué hacer después. Porque el pensar que el plan no era perfecto, no estaba en mi plan.

Hoy yo continúo con él, porque el camino no terminaba esos tres días, sino que continuará hasta el final. Y hoy, vosotros comenzáis a ver ya en vuestra carrera el obstáculo llamado selectividad. Usaréis todas vuestras armas, pero antes me gustaría contaros un poco cuáles fueron las mías.

Lo primero que te diría es que todos los días te pares a reflexionar qué estás haciendo, cómo lo estás haciendo y qué consecuencias está teniendo. Porque si estás haciendo algo mal, no pasa nada porque hay mucho tiempo para cambiarlo. Probar otra cosa diferente y ver si mejora. El problema es cuando pasa el tiempo sin haberlo analizado, cuando llegan los días de antes, y ya es tarde para alcanzar el resultado que podía haber sido. Eso es lo primero. Reflexionar y corregir.
Lo segundo. Debemos admitir que es un año difícil, no solo por los estudios, que ya te debilitan (con sus consecuencias en casa, las amistades, el estado físico, el empleo del tiempo, el humor…) pero también es difícil por tu edad. Tienes 17-18 años y físicamente eres todo emociones. Es normal, échale la culpa a las hormonas. Igual un día estás muy contento, y al siguiente se te viene el mundo abajo. Ser consciente de esto te ayuda a entenderte y a controlar los momentos de bajón. Si reflexionáis y sois capaz de dejaros claros a vosotros mismos qué queréis (ya sea estudiar psicología, publicar un libro o ser buena persona); y qué tenéis que hacer para conseguirlo, los factores externos del cansancio y vuestra edad no os tienen por qué perjudicar. Solo son condiciones con las que jugáis y tenéis que considerar en vuestro plan. Por tanto lo segundo será jugar con vuestras condiciones, e incluirlas en el plan.

Igualmente, esto no será una carrera de 3 meses, ni de 1 año. Ha sido una carrera desde que nacisteis y habéis ido aprendiendo hasta hoy. Y no acaba, es solo un obstáculo más. Habrá gente que se haya estado preocupando por sí misma y esforzándose, y otra que a lo mejor le ha dado más igual y ha pasado el tiempo sin sus ratos de reflexionar. Confío en que aquí todos sois de los primeros. Así que pensad en vosotros, en lo que valéis y en que por muchos nervios que tengáis, por mucho contenido que esté dentro de vuestra cabeza, por mucho mal humor, tristeza, alegría, miedo, pereza… que tengáis esos días de examen, sólo tenéis que hacer una cosa. Enseñar la medalla que ya todos tenéis. Enseñar todo el carrerón que habéis hecho. Tener el coraje de decir: Aquí estoy yo, y tengo el plan preparado. Solo sed vosotros mismos esos días. Antes: mataros si hace falta a estudiar, que no os va a pasar nada. Ya lo hemos hecho muchos antes y nadie ha muerto. Que no os de pereza. Cuando estéis cansados, parad. Dejad el boli. Pensad en qué queréis y cuál era el plan, coged el boli y seguid luchando por vuestros sueños. No hace falta que estéis con ánimos, ni contentos ni de buen humor. Solo hace falta que sigáis. Por tanto lo tercero será hacerte consciente de que lo más importante es saber que ese examen no se hace en tres días, y luchar contra viento y marea para dejar vuestra medalla, lo que sois, en el papel.

Cuarto y último. Esforzaos en cada examen, que no estará todo hecho. Podéis pensar en lo que confían en vosotros vuestros padres, vuestros abuelos, vuestros amigos y profesores, pero si aun así no estáis convencidos, pensad en vosotros. En todo lo que os habéis esforzado, las noches de insomnio y café, las tardes sin levantarte de la silla. Los dolores de espalda, las ganas de tirar la toalla y volverla a coger mil veces. El decir “no” a salir un viernes. El cayo del dedo, las ojeras. Si el día de selectividad os entra la timidez y os da pereza, no lo solucionaréis con un “la suerte está echada”. Toca olvidar a ese yo nervioso y débil que va a hacer el examen, y pensar en todos vuestros yos que se han matado para que ese día vosotros estéis allí. Os lo debéis a vosotros. Por esos vuestros yos que han soñado y han luchado por vuestros sueños de ahora. No ya por ti, por ellos. Se merecen que tú ese día te mates una última vez, aún con tus condiciones externas, y les des todo lo que ellos, vosotros, os habéis dado hasta llegar allí. Quedaos hasta el final y repasadlo mil veces, porque después de miles y miles de horas sentados en vuestro cuarto, qué menos que aguantar dos horas más revisando hasta las comas. Por eso el cuarto consejo lo llamaría: devuélvele tu esfuerzo a tus yos del pasado.

Unos necesitaréis un 5 y otros un 13, y eso también hay que valorarlo. Esos son mis consejos, desde mi forma de ser y de ver las cosas; que probablemente no sean los mismos que el de otros, porque todos somos distintos. Si os gusta cogedlo; y sino seguid otros consejos, o cread los vuestros propios. A mí en mi año recuerdo que me dijeron que antes de selectividad saliese y me evadiera de estar todo el rato estudiando, y yo preferí no parar. Mis ratos de descanso eran comer, dormir, ducharme e ir a nadar. Y luego en el intensivo de la academia los ratos de ir y volver con mis amigos. También tenéis que saber cuándo coger el móvil para hablar con vuestros amigos sobre ejercicios o dudas, que ayuda mucho, y cuando dejarlo apagado fuera del cuarto para estudiar. Intercalar asignaturas para que os cunda todo, y unas asignaturas no pisen a las otras.

Y el plan no se llama selectividad. Es un plan de persona. Cómo construir a una persona que aprecie su tiempo y lo disfrute, lo aproveche. Y sí, sacar una buena nota estaba en el plan, porque era necesario para continuar; pero nunca se olvida ser mejor persona, y buscar todos los días cómo conseguirlo. Eso está por encima. Conoceros a vosotros mismos y descubrid qué queréis hacer con vuestro tiempo. No necesariamente saber el final (a qué aspiráis) sino qué os gusta, qué os mueve, qué espera el mundo de vosotros. Dibujar un camino sin conocer el final. Nadie dibujará el mismo. Encontrar vuestro plan perfecto solo depende de vosotros, porque sois diferentes.


Y ya por último, para el camino, os diría que escuchéis a la gente que os plantee preguntas, pero evitéis a la que os de respuestas. Por eso os he contado mi plan, y espero haberos hecho pensar. No quiero que cojáis nada mío sin que sea vuestra la respuesta.

Porque es vuestro proyecto. Es vuestro plan. Y crearlo depende solo de vosotros.




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