Tenía un plan...
Tenía un plan. Yo quería estudiar medicina porque mi sueño era
ser investigador, descubrir cada día algo más de la vida y poder aplicarlo. No
siempre tuve claro hacer medicina, pero sí sabía qué me hacía feliz; y qué, en
cambio, me resultaba indiferente. Para dar un paso más en el camino hacia lo
que me hacía feliz, ahora me encontraba con un nuevo obstáculo: selectividad.
Para continuar, necesitaba tener un 13 de nota. En esta parte de mi plan estaba
sacar un 10 de media en bachillerato, e ir a por el 14 en selectividad. Esos 3 días
de examen sólo tendría que plasmar todo lo que había aprendido en 18 años,
confiando en haberme matado a estudiar y que los errores típicos que dependen
de la suerte no me harían bajar del 13. Ese era mi plan, y al final salió bien.
Dejé a la suerte el menor porcentaje de ponderación posible y le di a mi
trabajo el mayor. Nunca pensé qué haría si no me salía el plan. Nunca pensé que
el plan podría fallar. Porque si fallaba, ya tendría tiempo de pensar qué hacer
después. Porque el pensar que el plan no era perfecto, no estaba en mi plan.
Hoy yo continúo con él, porque el camino no terminaba esos
tres días, sino que continuará hasta el final. Y hoy, vosotros comenzáis a ver
ya en vuestra carrera el obstáculo llamado selectividad. Usaréis todas vuestras
armas, pero antes me gustaría contaros un poco cuáles fueron las mías.
Lo primero que te diría es que todos los días te pares a
reflexionar qué estás haciendo, cómo lo estás haciendo y qué consecuencias está teniendo. Porque
si estás haciendo algo mal, no pasa nada porque hay mucho tiempo para
cambiarlo. Probar otra cosa diferente y ver si mejora. El problema es cuando
pasa el tiempo sin haberlo analizado, cuando llegan los días de antes, y ya es
tarde para alcanzar el resultado que podía haber sido. Eso es lo primero. Reflexionar y corregir.
Lo segundo. Debemos admitir que es un año difícil, no solo
por los estudios, que ya te debilitan (con sus consecuencias en casa, las amistades,
el estado físico, el empleo del tiempo, el humor…) pero también es difícil por tu
edad. Tienes 17-18 años y físicamente eres todo emociones. Es normal, échale la
culpa a las hormonas. Igual un día estás muy contento, y al siguiente se te viene
el mundo abajo. Ser consciente de esto te ayuda a entenderte y a controlar los
momentos de bajón. Si reflexionáis y sois capaz de dejaros claros a vosotros
mismos qué queréis (ya sea estudiar
psicología, publicar un libro o ser buena persona); y qué tenéis que hacer para conseguirlo, los factores externos del
cansancio y vuestra edad no os tienen por qué perjudicar. Solo son condiciones
con las que jugáis y tenéis que considerar en vuestro plan. Por tanto lo segundo será jugar con
vuestras condiciones, e incluirlas en el plan.
Igualmente, esto no será una carrera de 3 meses, ni de 1 año.
Ha sido una carrera desde que nacisteis y habéis ido aprendiendo hasta hoy. Y
no acaba, es solo un obstáculo más. Habrá gente que se haya estado preocupando
por sí misma y esforzándose, y otra que a lo mejor le ha dado más igual y ha
pasado el tiempo sin sus ratos de reflexionar. Confío en que aquí todos sois de
los primeros. Así que pensad en vosotros, en lo que valéis y en que por muchos
nervios que tengáis, por mucho contenido que esté dentro de vuestra cabeza, por
mucho mal humor, tristeza, alegría, miedo, pereza… que tengáis esos días de
examen, sólo tenéis que hacer una cosa. Enseñar la medalla que ya todos tenéis.
Enseñar todo el carrerón que habéis hecho. Tener el coraje de decir: Aquí estoy
yo, y tengo el plan preparado. Solo sed vosotros mismos esos días. Antes:
mataros si hace falta a estudiar, que no os va a pasar nada. Ya lo hemos hecho
muchos antes y nadie ha muerto. Que no os de pereza. Cuando estéis cansados,
parad. Dejad el boli. Pensad en qué queréis y cuál era el plan, coged el boli y
seguid luchando por vuestros sueños. No hace falta que estéis con ánimos, ni
contentos ni de buen humor. Solo hace falta que sigáis. Por tanto lo tercero será hacerte consciente de que lo más importante
es saber que ese examen no se hace en tres días, y luchar contra viento y marea
para dejar vuestra medalla, lo que sois, en el papel.
Cuarto y último. Esforzaos en cada examen, que no estará todo
hecho. Podéis pensar en lo que confían en vosotros vuestros padres, vuestros
abuelos, vuestros amigos y profesores, pero si aun así no estáis convencidos,
pensad en vosotros. En todo lo que os habéis esforzado, las noches de insomnio
y café, las tardes sin levantarte de la silla. Los dolores de espalda, las ganas
de tirar la toalla y volverla a coger mil veces. El decir “no” a salir un
viernes. El cayo del dedo, las ojeras. Si el día de selectividad os entra la
timidez y os da pereza, no lo solucionaréis con un “la suerte está echada”.
Toca olvidar a ese yo nervioso y débil que va a hacer el examen, y pensar en
todos vuestros yos que se han matado para que ese día vosotros estéis allí. Os
lo debéis a vosotros. Por esos vuestros yos que han soñado y han luchado por
vuestros sueños de ahora. No ya por ti, por ellos. Se merecen que tú ese día te
mates una última vez, aún con tus condiciones externas, y les des todo lo que
ellos, vosotros, os habéis dado hasta llegar allí. Quedaos hasta el final y
repasadlo mil veces, porque después de miles y miles de horas sentados en
vuestro cuarto, qué menos que aguantar dos horas más revisando hasta las comas.
Por eso el cuarto consejo lo llamaría:
devuélvele tu esfuerzo a tus yos del pasado.
Unos necesitaréis un 5 y otros un 13, y eso también hay que
valorarlo. Esos son mis consejos, desde mi forma de ser y de ver las cosas; que
probablemente no sean los mismos que el de otros, porque todos somos distintos.
Si os gusta cogedlo; y sino seguid otros consejos, o cread los vuestros
propios. A mí en mi año recuerdo que me dijeron que antes de selectividad
saliese y me evadiera de estar todo el rato estudiando, y yo preferí no parar.
Mis ratos de descanso eran comer, dormir, ducharme e ir a nadar. Y luego en el
intensivo de la academia los ratos de ir y volver con mis amigos. También tenéis
que saber cuándo coger el móvil para hablar con vuestros amigos sobre
ejercicios o dudas, que ayuda mucho, y cuando dejarlo apagado fuera del cuarto
para estudiar. Intercalar asignaturas para que os cunda todo, y unas
asignaturas no pisen a las otras.
Y el plan no se llama selectividad. Es un plan de persona.
Cómo construir a una persona que aprecie su tiempo y lo disfrute, lo aproveche.
Y sí, sacar una buena nota estaba en el plan, porque era necesario para
continuar; pero nunca se olvida ser mejor persona, y buscar todos los días cómo
conseguirlo. Eso está por encima. Conoceros
a vosotros mismos y descubrid qué queréis hacer con vuestro tiempo. No necesariamente saber el
final (a qué aspiráis) sino qué os gusta, qué os mueve, qué espera el mundo de
vosotros. Dibujar un camino sin conocer el final. Nadie dibujará el mismo.
Encontrar vuestro plan perfecto solo
depende de vosotros, porque sois diferentes.
Y ya por último, para el camino, os diría que escuchéis a la
gente que os plantee preguntas, pero evitéis a la que os de respuestas. Por eso
os he contado mi plan, y espero haberos hecho pensar. No quiero que cojáis nada
mío sin que sea vuestra la respuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario